Relaciones saludables

17 Feb , 2014 NOTICIAS

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Relaciones saludables

Las relaciones con otras personas pueden ser difíciles y es necesario trabajar intencionalmente en ellas.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. Mat. 5:9 NVI.

Jesús nos dijo “dichosos los que aman la paz”.

Trabajar por la paz no es darle la vuelta a los problemas, huir de las pláticas candentes cuando estas son necesarias, o simplemente hacerme del “ojo gordo” como si nada estuviese pasando.

Por supuesto que hay que saber discernir cómo, dónde y cuándo hablar para resolver un conflicto y mantener relaciones saludables en el hogar, en el equipo, el trabajo, la escuela o la iglesia.

He aquí algunas pautas para una resolución exitosa:

1. Escucha a Dios primero.

Dedica un tiempo a orar por la persona y pídele a Dios que te de la sabiduría para tratar con la situación. Esto producirá paz y claridad en tu mente y te permitirá mantener la calma y ser comprensivo. Pon tu queja con Dios primero y luego con la persona.

Por nada estén afanosos, sino sean conocidas sus peticiones delante de Dios con toda oración y ruego….Fil. 4:6.

2. Escucha a la persona con los oídos de Jesucristo.

Acércate más para oír… No te des prisa con tu boca….sean pocas tus palabras Ecles. . 5:1-2

Si Dios tuvo la paciencia de escucharte a ti y eso te hizo sentir mejor, ahora escucha igualmente a la persona con sinceridad.

Todos los seres humanos tenemos la necesidad de sentirnos comprendidos y que nuestros sentimientos (reales o irreales) sean validados o apreciados y no ridiculizados.

Una frase como “no sabía que te sentías de esta manera, entiendo, debe ser muy desgastante emocionalmente”, puede lograr muchísimo y abrir el corazón de la persona para una plática que apunte a la mejora de la relación.

Escuche a Dios con sinceridad y escuche a la persona con sincera empatía. (Fil. 2:4)

3. Ataque al problema, no a la persona.
Recuerde que el diablo es el acusador. Usted no querrá ser socio del diablo acusando a su hermano. (Apoc. 12:10).
Ponga una pequeña mesa cerca de ustedes y mírenla ambos pretendiendo que ésta representa el problema a tratar. Cuando apunte con su dedo hágalo hacia la mesa no hacia la persona.

Evite palabras acusadoras tales como “siempre, nunca, todos, nadie, TU me humillaste cuando….tú, tú,tú” y use más “frecuentemente, rara vez, algunos, YO me sentí humillado cuando…yo, yo, yo”.

Nota: si deciden quemar el problema le recuerdo que la mesita era sólo un símbolo, no necesitan quemar la mesa!!!!
Ataque el problema y al diablo, no a la persona.

4. Apunte a la restauración más que a probar quien tiene la razón.

La respuesta amable calma el enojo, más la agresiva es como echarle leña al fuego. Prov. 15:1 Paráfrasis.

Decida que es más importante hacer trabajar la relación que imponer su razón. Decida si es más importante ganar un argumento o ganar la guerra, si quiere la felicidad de su matrimonio o la razón en la corte de
divorcio.

Usted no esta ahí para ver de que cuero salen más correas sino para sanar la relación ….y quizás salvar su pellejo. 🙂
Si es posible, en cuanto dependa de ustedes, estén en paz con todos los hombres. Rom. 12:18.


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